«Escucha el corazón» – Lema del curso 2017-18
En este curso 17-18 vamos a trabajar en nuestros colegios el valor de la escucha con el lema “Escucha el corazón”.
“Abrir los sentidos es el primer paso hacia la contemplación. La sensibilidad es la puerta de acceso al ser. Trabajamos el valor de la escucha desarrollando la capacidad de escucharnos a nosotros mismos , de hacer silencio , de escuchar la realidad que nos rodea y capacitarnos para el asombro y la admiración ante todo lo creado.
Contemplar y escuchar la realidad del mundo nos dinamiza e impulsa en nuestra misión.
“Que cada persona descubra su mundo interior donde habita lo más auténtico de ella misma. Priorizamos la educación del corazón, lugar de los afectos, las emociones, la expresividad, la creatividad y fomentamos experiencias significativas de interioridad” CP pág 9
Educamos en una escucha generadora que nos lleva a detenernos y prestar atención a lo que está presente, que nos lleva a escuchar con todos los sentimientos propios y las emociones del que habla, a suspender el juicio y subrayar más lo que no comprendo y me cuestiona que lo que no me gusta de lo que oigo. Una escucha que nos ayuda a ir al fondo de las cosas y de las personas y a avanzar desde el diálogo.
Aprendemos a escuchar también el grito de los excluidos, de la realidad que sufre y espera.”
Anexo 3 del PMP de la Red de colegios del Sdo Corazón
Escuchar (auscultare, en latín) es, según la etimología de la palabra, oír con delicadeza y atención. En el fondo es ser atento con el otro. Es una manera de manifestarle nuestro respeto, valor que estuvimos trabajando el curso 16-17.
Cuando escuchamos en profundidad intentamos comprender las razones del otro. Es buscar la verdad del otro y tenerla en cuenta. Por eso, la humildad es la condición que hace posible la escucha, ya que cuando escuchamos de verdad, nos arriesgamos a no estar en posesión de la verdad.
Este curso es una oportunidad para aprender y ayudar a nuestros alumnos a aprender a escuchar mejor, a adoptar una actitud receptiva, a concentrarse y sopesar las cosas, a meditar, a profundizar dentro de sí mismos a “buscar las grandes palabras que se han vertido ahí”. Este curso estamos invitados a escuchar el propio corazón.
El arte de escuchar, dice Torralba, requiere su tiempo. Escuchar con calidad requiere darle tiempo a las personas, es un tiempo que ponemos a disposición del otro. Es necesario callar y darle tiempo al otro para que pueda expresarse, para que podamos comprenderlo. Responder sin comprender conduce a una incomunicación profunda. Este curso que comenzamos es oportunidad también de escuchar el corazón de las personas que tenemos al lado.
La escucha es un acto de atención hacia el otro, de respeto a su persona, de abertura a su mundo. Escuchar es “un acto de hospitalidad”, es hacerle un lugar al otro, cederle un espacio y un tiempo en la mente y en el corazón. Y esto exige que nos descentremos de nosotros mismos.
El acto de escuchar requiere necesariamente la práctica del silencio (el exterior y el interior). No se trata solo de callar sino de hacer silencio. “Solo cuando triunfemos en esa empresa, el otro resonará en nuestro interior, su presencia iluminará la cueva de nuestro ser y nos daremos cuenta de que no estamos solos”. A veces sentimos que estamos solos porque estamos llenos de ruido.
A veces estamos llamados a escuchar porque sí, en plena gratuidad. Es un modo de escuchar que obedece a la lógica de la gratuidad y no del cálculo interesado. La motivación principal para esta escucha es la alegría que experimenta el otro al ser escuchado, una alegría contagiosa que, a su vez, nos transforma.
Escuchar, además de ser un arte es un riesgo. Por eso a veces nos da miedo, porque si escuchamos de verdad, nuestra vida queda tocada, interpelada, llamada, movida de alguna manera. Escuchar es correr el riesgo de encontrarnos también con nuestros errores. Se necesita valentía para escuchar lo que no nos gusta escuchar. Hay que tener valentía para estar dispuesto a escucharlo todo.
La escucha verdadera puede encontrarse con algunos obstáculos que estamos llamados a trabajar como la desconfianza o la falta de humildad. Quitar estos obstáculos pone las bases para un auténtico diálogo.
En este curso en que nuestro lema pone en conexión el corazón y la escucha, es bueno darnos cuenta de que escuchar es una forma de amar. Es un modo de expresar al otro y al Otro que lo que dice tiene valor, que lo que comunica no cae en el vacío.
“ Escuchar es una forma de amar, pero escuchar correctamente exige una lucha contra las interferencias interiores y exteriores que obstaculizan el encuentro con el otro. Aprender el arte de amar significa también aprender el arte de escuchar. En toda escucha hay un latir del amor, reflejando la parte más noble que la persona atesora dentro de su corazón.”
La escucha produce sus frutos:
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La claridad, que nos permite ser transparentes llegar a las personas
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El don del consejo. Escuchar nos permite acompañar al otro en ese camino de discernir que es lo mejor para él.
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La docilidad. Una persona es dócil cuando se deja enseñar, cuando se pone a disposición de otro para que éste le enseñe aquello que no sabe.
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La amabilidad… la persona que escucha se hace amable en sus entornos, es querida por ella misma.
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La delicadeza, el trato de cuidado… es una manera de estar en el mundo.
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El conocimiento de uno mismo: “Escuchar a los demás y escuchar la Voz que nos habla secretamente en la interioridad, es un ejercicio clave para llevar a cabo satisfactoriamente la tarea de comprendernos a nosotros mismos”. Pag 195
¡En esta aventura de la escucha nos adentramos este curso!